martes, 29 de enero de 2013

Pies para qué os quiero


Esta tarde he hecho algo que me ha gustado mucho: he estado en La Salle con el grupo de entreno de Els Bous, compartiendo experiencias y ayudando (o entorpeciendo) con el entreno. He sentido envidia sana al ver el buen ambiente y lo a gusto que entrenan juntos. Hacerlo sola es un coñazo –lo del entreno-.

Ya que hablo de nuevas experiencias, el domingo pasado fuimos varios de la familia a una carrera de 10 km en Vilafranca. Oh, qué gozada: correr individualmente dentro de una gran masa jadeante, la sensación de esfuerzo personal, los ánimos del público, las musculosas piernas masculinas… Lo tengo clarísimo: si no escalase, correría. Disfruté como hacía tiempo. Me encanta sentirme novata y fijarme en la gente que domina del tema; es un constante descubrimiento. Aunque, eso sí, lo de correr no es lo mío, tardé mis lentos 55 minutos. La ganadora hizo 37’ y el ganador 30’55’’, me parece increíble. Esteve, corrió en 39 minutos, que tampoco está nada mal para ser su primera carrera (a mí me sigue pareciendo un tiempo increíble, pero bueno, se ve que los hay a puñados que corren con tanta o más prisa). 

Esteve dándolo todo tras 5 km. Foto: running2life.
Saludando a mis abuelos que estaban en el balcón. Foto: mi adorable abuelo Antonio.
Imagino que lo de correr como liebres silvestres hizo mella en nuestras fuerzas. O eso quiero pensar, porque al día siguiente fuimos a Calders y no solo no nos comimos un rosco sino que nos arrastramos como gusanos, silvestres también. ¿A quién quiero engañar? Con carrera o sin carrera, escalar bien en Calders (ojo, ya no digo encadenar) se me antoja como algo milagroso. 

Esteve en Radicals lliures (7c) asegurado por Ignasi, otra liebre en potencia.

jueves, 24 de enero de 2013

Ya llega el sol


Ayer tocaba ducha. Ya, ya sé que no estamos para ir gastando agua pero tengo esa manía, al menos me ducho una vez al mes –pero solo si es impar, eh?-. La higiene es primordial. Aunque después de la experiencia de ayer no pienso hacerlo más: con solo tocar el agua me empezaron a escocer tanto las manos que pensaba que me había convertido en un gremlin (y la cantidad de pelo que me saludaba desde las piernas parecía confirmar mis sospechas. Ah, el invierno…). Finalmente resultó ser por las heridas en mis delicadas manos, producto de las últimas escaladas en Oliana.

Cerramos unos días fantásticos en Oliana: volveremos más adelante, pero ahora toca cambio de aires. Esteve ha llegado exitoso a reuniones que otrora le parecieron infernales: Humildes pa arriba (8a+), Paper mullat (8b+/c), T1 Full equip (8c) y, su favorita, Humildes pa casa (8b+). En cuanto a mí, el último encadene ha sido Marroncita (8b), la responsable de mis escozores digitales (menudos alaridos doy cada vez que salo algo). La causa es simple: cuanto más cansados escalamos, más nos apoyamos en la piel y menos en nuestros músculos. En Oliana se puede escalar así, porque la adherencia es buena, pero luego pasa factura. 
En la sección dura.
En la placa final donde caí tres veces.

 Lo que más me gustó de esta última vía ha sido la ayuda que me ha brindado -chin chin- mi subconsciente. Cansada ya, a última hora y en mi tercer pegue, estaba helada de frío en el reposo final. Entonces salió el sol tras una nube y la canción “Here comes de sun” de los Beatles me vino a la cabeza incontrolablemente –llamadme clasicona- y me acompañó hasta la reunión dándome energía positiva. Una vez me pasó lo mismo con la canción "cocinero, cocinero" de Antonio Molina -una putada-, no recuerdo si encadené o no...

Otra alegría nos llega desde Chulilla. En pocos días saldrá la guía de esta escuela a la que ya peregrinamos anualmente. Estoy ilusionada porque la foto que han escogido para la portada es mía y no veo el momento de tener el libro entre las manos. Si os apetece disfrutar de una escalada en placas interminables y agradecidas, os recomiendo encarecidamente que vayáis ahí. 


domingo, 13 de enero de 2013

La profecía: tercera parte

Las escrituras apócrifas encontradas en la tumba de San Güllich rezan:

El primero lo construirá a pedazos y durante un par de años: será funcional aunque poco estético y raro. Aprovechará una arcada antigua y olerá a pis de gato.
Y así se hizo.

El segundo lo construirá en un mes: se lesionará, se magullará, se desmembrará y sangrará hasta negar el mismísimo Rotpunkt. Será el más grande y olerá a bodega.
Y así se hizo.

El tercero lo construirá en un año: su experiencia y grandes sabios con Gárgolas le ayudarán. Otros -no tan sabios- cavarán, encontrarán fósiles y beberán cerveza (y si lo dicen las escrituras va a misa). Será magnífico y olerá a resina. 
Y así se hizo.

Aun sin entender porque las escrituras tienen esa extraña obsesión con los efluvios, me congratulo de que no mencionen un cuarto episodio constructivo –si bien no he podido acabar de leerlas pues estan manchadas de chucrut y magnesio-. Lo que si me queda claro es que Esteve ha acabado con su tercera obra magna y, lo digan o no las escrituras, le ha quedado espectacular.

Parte importante del éxito ha sido gracias a los amigos de Gárgola que le han aconsejado, asesorado y ayudado dando muestra de su gran conocimiento del tema (si lo hubiesen hecho ellos habría quedado todavía mejor, pero Esteve no se hubiese divertido tanto). GRÀCIES!

Sin más, os dejo con una secuencia de imágenes para que veáis la transformación de bodega a búlder:
1. La matanza de Texas ha empezado...
2. Moviendo los hilos.
3. El ingenio contraataca.
4. Tomando forma.
5. Los "rebajistas" del suelo.
6. La unión hace la fuerza: Bulder 1+ Búlder 2
7. Prebase: Primera capa de maquillaje.
8. Colorete: Segunda capa de maquillaje.
9. Listo! Vista desde Búlder 1
10. Unión acabada o "el empalme".
11. Ooooh
12. C'est fini!

viernes, 4 de enero de 2013

Fotos en Picos Pardos

No me extenderé porque estoy muerta de sueño. Desconozco el vuestro, pero mi año ha empezado de manera trepidante: he visto que cada 60 segundos se sucede 1 minuto, un no parar. El tiempo, si te lo pasas bien, vuela.
Iniciamos el año festejando los primeros segundos (y horas) por Sant Llorenç de Montgai, corriendo con Andrea y Cris el día 1, sucumbiendo al frío en Oliana el día 2 y escalando al solete el día 3. Hoy hemos tenido un día ideal para echar fotos (concretamente para el bueno de Esteve y sus piernas gangrenadas) y presenciar algún que otro encadene. 
Cuelgo aquí unas cuantas imágenes que muestran bien como es la vía que encadené hace poco (Picos Pardos, 8b) y el frío que puede llegar a hacer si se nubla.

El movimiento más duro de la vía.
Saliendo del paso duro, sección atlética.

Dejándome, literalmente, la piel en las chorreras puntiagudas de la placa.

Un día antes. Con Tere, congeladas pero contentas.

Esta la eché yo: tras la niebla el sol brillaba tenuemente y, de repente, apareció una gran y elegante ave rapaz (la ornitología nunca fue mi fuerte).